El cielo de esta mañana mañanera estaba cargado de nubarrones, presagio de que la lluvia no nos daría tregua, aun con todo esto, y con las primeras gotas de lluvia, no amedrentó el entusiasmo de todos los que queríamos disfrutar de este día que apuntaba ser distinto.
Nos dirigimos en el bus hacia el sur, pasando pueblos de tierras frescas y de paisajes de colores otoñales, cae una ligera llovizna. Pasamos por Casasola, nos fijamos en la escuela hoy convertida en ermita, las mando hacer en los años 50 y 60 por toda la sierra, y en la capital, el gobernador civil Don Santiago Guillén Moreno, cuantos recuerdos nos vienen de aquellos duros años de enseñanza. Seguimos el carril, divisamos en la profundidad de la sierra, El Padrastro de Bogarra, que con sus 1500 m de altura se yergue en el centro de la sierra, y en la soledad. Seguimos adentrándonos por la solitaria carretera, de vez en cuando asoma entre los árboles, personas ataviadas con los cestos para arrancarle a la tierra los preciosos frutos “las setas”. Divisamos las primeras casas de la aldea de Santa Ana de la Sierra, giramos a la izquierda y en un par de kilómetros nos metemos en la calle principal de Fuente del Pino, aldea casi abandonada; solo respira griterío en meses de verano. Hay una pequeña ermita, “La Purísima” con campana refundida de las más antiguas de estos lares, hay una fuente con abrevadero y techumbre de obra con tejado, y para que deje caer el precioso elemento el agua, hay que darle a una llave de las de la luz. Tocamos tierra en esta aldea perdida, las primeras gotas de agua en nuestras indumentarias, rostros serios fríos por la bajada de temperatura, decidimos que el bus se quedara en esta aldea, bajaríamos hacia la rambla para que cuando nos cansáramos de mojarnos retroceder al punto de partida. Este es un lugar precioso, serrano, y desconocido por todos en las estribaciones de la Sierra de Alcaraz.
Emocionados bajamos en fila y con retahíla de colores por las indumentarias para la ocasión, recorremos entre encinas, romeros, y pinos un par de kilómetros por la preciosa rambla entre las montañas que nos rodea, el olor a esencias nos envuelve, y ya de regreso en el fondo de la rambla se levanta la bruma de la mañana.
Otra vez en la aldea un poco mojados, nos vamos en la dirección de Alcadozo y se nos ocurre visitar el “pino guapero” los compañeros con buen ánimo y por el camino de grandes riscos aprovechamos para hacer otro par de kilómetros, para ver el “majestuoso pino piñonero” que con tanto celo guarda esta sierra.
Ahora bajo techo, si que nos estamos mojando por dentro; con los primeros tragos en brindis de vino, y degustando las viandas que nos ponen.
Prometemos venir por estas tierras para culminar la caminata que hoy no hemos podido hacer, solo los elementos y no las ganas han sido los responsables.
Juan Pablo López
Juan Pablo López
VIDEO DE LA RUTA
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